LA TIERRA Y SU CAPACIDAD DE CARGA
Si todo el mundo llevara el estilo de vida de un estadounidense promedio, necesitaríamos 5 planetas para sostener la población actual.
Desde hace décadas que los humanos estamos usando una inexistente línea de crédito en nuestra demanda de recursos naturales. Mantenemos este exceso simplemente liquidando los recursos del planeta pues la demanda sobrepasa ampliamente la capacidad de la tierra de regenerarlos. Ese límite de soporte del ecosistema para acoger una población de organismos vivos con sus necesidades (distinto a deseos) es conocida como su capacidad de carga.
Para facilitar las estimaciones y cálculos de esta capacidad, se creó asociado con la idea de huella ecológica, el concepto de Hectárea global (hag.). En la tierra hay 13.4 billones de hag. que hacen referencia a la suma de todas las porciones de tierras “útiles” para fines de subsistencia. Si dividimos esa cifra por el número de habitantes del planeta (6.5 billones) obtenemos las hectáreas que cada ser humano puede emplear para vivir sin reducir la capacidad de regeneración de la Tierra: 2,1 hag. por persona. Ahora, si consideramos las necesidades del resto de los animales no-humanos, que se estiman en un 12% de esas hectareas globales para los 10 millones de especies, nos quedarían 1.8 hag. per capita para arreglarnoslas (datos según la WCED).
Ahora, esa estimación comparemosla con la realidad: la huella ecológica en hectáreas globales promedio de un saudí es de 11.8, de un estadounidense 9.6, de un canadiense 7.2, de un alemán 4.4 … es decir nos estamos cargando el planeta, usando mas de lo que debiéramos para no superar su capacidad de carga (listado completo año 2000 y año 2003). Todo esto se relaciona estrechamente con la redefinición de las nociones de progreso y calidad de vida, pero eso es harina de otro artículo. Por ahora, veamos un ejemplo cercano:
El caso de Isla de Pascua
La isla de Pascua es citada a nivel mundial como un ejemplo de abuso y quiebre de un ecosistema como lo relatan R. Brown y C. Flavin en ”Una nueva economía para un nuevo siglo”.
“La isla de Pascua fue uno de los últimos lugares de la tierra en ser poblado por el ser humano. Sus primeros habitantes fueron polinesios, hace 1500 años y hasta el siglo XVI esta pequeña isla situada a 3.200 Km al oeste de América del Sur, albergó una compleja sociedad agrícola. El clima de la isla de Pascua es semiárido, pero mejoró debido a los exuberantes bosques que atrapaban y conservaban el agua.
Sus 7000 habitantes cultivaban plantas y criaban gallinas, capturaban peces y vivían en pequeñas aldeas. El legado de los pobladores de la isla de Pascua puede contemplarse en las imponentes estatuas de obsidiana, de 8 metros de altura, que transportaban a través de la isla utilizando troncos de árboles a modo de rodillos.
Cuando los colonizadores europeos llegaron a la isla de Pascua, en el siglo XVII, estas estatuas de piedra llamadas ahu, eran los únicos restos de una civilización en otros tiempos impresionante, que se desmoronó en sólo unas décadas.
Según la posterior reconstrucción de los arqueólogos, la desaparición de esta sociedad fue desencadenada por el agotamiento de su limitada base de recursos. A medida que la población humana de la isla de Pascua aumentaba, se roturaban más y más tierras para cultivar plantas, mientras los árboles que aún quedaban se talaban para aprovecharlos como combustible y para trasladar los ahu a su lugar.
La falta de madera impidió la construcción de barcos de pesca y viviendas, lo que redujo una importante fuente de proteínas y obligó a la población a trasladarse a cuevas.
La pérdida de bosques desembocó también en erosión del suelo, lo que disminuyó aún más el abastecimiento alimentario.
A medida que las presiones aumentaban, estallaron conflictos armados entre unas aldeas y otras, la esclavitud se convirtió en un elemento habitual y algunos habitantes, incluso, recurrieron al canibalismo para sobrevivir.
Al ser un territorio aislado, que no podía recurrir a otro lugar para su mantenimiento una vez que sus propios recursos se agotaron, la isla de Pascua presentó una imagen especialmente llamativa de lo que puede suceder, cuando una economía humana se expande con unos recursos limitados”.
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