lunes, 16 de febrero de 2009

Polemizando con los Doctores Transgénicos (Parte II)

Polemizando con los Doctores Transgénicos (Parte II)

Por Silvia Wú Guin* y Fernando Alvarado de la Fuente**

El Dr. Alexander Grobman elaboró una nota 'A propósito del artículo titulado ¿Qué está en juego realmente?', en colaboración de Jorge Mayer Ph D y Ernesto Bustamante Ph D; dicha nota está colgada en la web Biotecnología para el desarrollo (http://biotecnologiaparaeldesarrollo.com/) desde el viernes 9 enero 2009,

En el Compartiendo # 5, expusimos la primera parte con nuestros comentarios respectivos; a continuación, vamos a retomarlo a partir del último párrafo aludido, pues tenemos aspectos adicionales que deseamos tocar.

Continúan diciendo los Doctores Transgénicos

“Los alimentos procedentes de plantas transgénicas tales como el maíz, la soya, el algodón (aceite) y la colza, que son los únicos cultivos que se encuentran actualmente en gran escala en el mercado mundial han sido exhaustiva y cuidadosamente estudiados para verificar su potencial toxicidad o alergenicidad y también si sus derivados difieren en alguna forma en su composición química de los derivados obtenidos de plantas de variedades no transgénicas o convencionales.

Es cierto que circulan en ciertas publicaciones de entidades opuestas a los organismos transgénicos, informaciones de experimentos supuestamente probatorios de efectos dañinos sobre la salud en ratones de laboratorio y hasta de su prolongación de efectos deletéreos en futuras generaciones de ratones. Pero también no es menos cierto que tales experimentos han sido cuestionados por su deficiente diseño experimental. Lo que es cierto es que los alimentos procedentes de plantas transgénicas que se encuentran actualmente en el mercado no poseen componentes químicos o bromatológicos diferenciados en forma alguna de los obtenidos de plantas convencionales. Una fructosa o una harina procedente de maíz transgénico o un aceite procedente de una soya transgénica, no difieren químicamente de sus contrapartes convencionales. No se ha podido demostrar que contengan ADN modificado. En el caso que lo contuvieran, tampoco se ha probado que la pequeñísima sección de ADN modificado introducida en el extensísimo genoma no modificado de la variedad GM tenga efecto negativo alguno sobre la salud del hombre o de animales domésticos.”

Decimos los agroecológicos

Un argumento recurrente y casi caballito de batalla de los pro-OGM es dar a entender que los transgénicos son inocuos porque " han sido exhaustiva y cuidadosamente estudiados para verificar su potencial toxicidad o alergenicidad ", no más que OJO, el hecho de mencionar que se han hecho cuidadosos estudios no significa que el resultado haya sido ése. Son numerosos los científicos que afirman que la propia Monsanto ha llevado a cabo efectivamente- esos estudios, pero los resultados no se dan a conocer y, el hecho que prefieran mantenerlos en reserva habla por sí solo.

En cuanto a los estudios “cuestionados”, sabemos igualmente que es otra práctica recurrente de las transnacionales el 'cuestionar a sus cuestionadores'. La doctora Flora Luna, en artículo reciente 'Medicamentos, vacunas y transgénicos: Recomendaciones científicas versus serios conflictos de interés (ver Compartiendo # 7), revela "Con el desarrollo de algunos Ensayos Clínicos de medicamentos, vacunas o transgénicos, se ha llegado al extremo de manipular los resultados, de tener efectos adversos y si se comunican, inmediatamente se es amenazado con juicios y totalmente desprestigiado a nivel científico. Ejemplos sobran, sólo mencionaré dos: A. Wakfield5 quien alertó sobre el uso de vacunas multidosis a virus vivo atenuado y el riesgo de autismo6 o Arpad Pusztai7, reconocido biólogo molecular, cuyo único error fue hablar en la prensa acerca de los efectos adversos de sus ratas alimentadas con papa transgénica. Inmediatamente fue amenazado con demandas judiciales, su computadora confiscada, su teléfono intervenido y por supuesto despedido8".

Marie-Monique Robin en su documental y en su libro 'El Mundo según Monsanto' (464 páginas de recopilación de pruebas y 38 de referencias) ilustra decenas de casos de manipulación de estudios con tal que el mercadeo de semillas transgénicas se mantenga amparado; también, reseña los ataques brutales contra los científicos que se atrevieron enfrentar a las transnacionales.

El arte de ocultar información

Otra táctica de los pro-transgénicos es no profundizar ni mostrar aquello que no les conviene. Por ejemplo, no detallan cómo se obtiene un cultivo transgénico resistente a las plagas.

En este rango tenemos a las variedades de maíces Bt, que deben este apellido de abolengo "Bt" a que introdujeron genes del Bacillus thuringiensis al plebeyo maíz. Ahora bien, al Bt se le conoce desde hace años, pues sus derivados se usan en el control de plagas, ya sea espolvoreando o rociando los cultivos; no más que -ojo- en todos estos casos, el Bt queda de forma externa, entremezclado en el suelo o sobre las plantas. A los insectos los conocemos desde siempre, y lo cierto es que, su instinto de sobrevivencia es tal, que siempre encontrarán manera de evadir al Bt independientemente del número de veces que se use este producto o cualquier otro plaguicida. Así que, ante semejante reto, en lugar de diseñar sistemas de producción que equilibren la población de insectos para coexistir en armonía (que es la propuesta agroecológica), a un grupo de hábiles científicos se les ocurrió la brillante idea de incorporar el insecticida al mapa genético del maíz. Ciertamente, el Bt no es una sustancia inerte como el DDT o el parathión, el Bt es un bacilo al que le extraen una porción de su genética para incorporársela al maíz. Así, por donde muerda el insecto, siempre se topará con el Bt y morirá. ¿Maquiavélico, no?

Se ha encontrado que las proteínas Bt, incorporadas al 25% de todos los cultivos transgénicos del mundo, son nocivas para una gran cantidad de insectos no considerados plaga.  Con ello se pone de manifiesto, nuevamente, la visión estrecha del corto plazo, no previendo lo que esa práctica pueda suponer en el futuro.

De hecho, la reseña no busca sensibilizar por los derechos de los artrópodos, pero sí alertar de lo que puede pasar por consumir un maíz Bt, en el que cada una de sus millones de células tiene incluido el mandato biológico de procesar la toxina insecticida del Bt. ¿Lo aceptaría en el plato diario de su familia? ¿en la papilla de sus criaturas? ¿en la tortilla del desayuno? Un equipo de científicos ha advertido sobre la liberación de cultivos Bt para uso humano.

Así como se maridan genes de Bt con maíces, que podría no generar tanta alerta ciudadana, pues finalmente "¿por qué tanto alboroto por insectos que a la larga sobrevivirán a los humanos"? tome nota de este otro adelanto científico. Además de los insectos plaga, los científicos se han propuesto barrer con las hierbas del campo, a las que igualmente consideran otra plaga y las tildan de "malahierba". De seguro habrá escuchado que algunos cultivos deben crecer sin compañía al lado para evitar la competencia y así se justifica otro producto agroquímico llamado herbicida, que sirve precisamente para lograr que un cultivo de soya, maíz o colza, crezcan exclusivamente acompañados por sus pares. El reto fue ¿cómo lograr un herbicida que sea potente, pero, que de paso no mate al cultivo? Así fue como los científicos crearon semillas transgénicas de soya capaces de resistir a los herbicidas a pesar de estar marinados en ellos (marinados porque las hierbas del campo también generan resistencia a los herbicidas, por lo que cada vez se requiere usar mayor cantidad para controlarlas). ¿Cuál es el punto? preguntará, el punto es que, el herbicida que se usa (y que lo vende Monsanto como parte del paquete tecnológico) es el glifosato, producto con tremendo prontuario criminal de la salud. Veamos lo que el Dr. Jorge Kaczewer refiere en su artículo 'Toxicología del glifosato: riesgos para la salud humana'

"Recientes estudios toxicológicos conducidos por instituciones científicas independientes parecen indicar que el glifosato ha sido erróneamente calificado como toxicológicamente benigno", tanto a nivel sanitario como ambiental. Por ende, los herbicidas en base a Glifosato pueden ser altamente tóxicos para animales y humanos. Estudios de toxicidad revelaron efectos adversos en todas las categorías estandarizadas de pruebas toxicológicas de laboratorio en la mayoría de las dosis ensayadas: toxicidad subaguda (lesiones en glándulas salivales), toxicidad crónica (inflamación gástrica), daños genéticos (en células sanguíneas humanas), trastornos reproductivos (recuento espermático disminuido en ratas; aumento de la frecuencia de anomalías espermáticas en conejos), y carcinogénesis (aumento de la frecuencia de tumores hepáticos en ratas macho y de cáncer tiroideo en hembras). A nivel eco-tóxico-epidemiológico, la situación se ve agravada no sólo porque son pocos los laboratorios en el mundo que poseen el equipamiento y las técnicas necesarios para evaluar los impactos del glifosato sobre la salud humana y el medioambiente.

También porque los que inicialmente realizaron en EE.UU. los estudios toxicológicos requeridos oficialmente para el registro y aprobación de este herbicida, han sido procesados legalmente por el delito de prácticas fraudulentas tales como falsificación rutinaria de datos y omisión de informes sobre incontables defunciones de ratas y cobayos, falsificación de estudios mediante alteración de anotaciones de registros de laboratorio y manipulación manual de equipamiento científico para que éste brindara resultados falsos. Esto significa que la información existente respecto de la concentración residual de glifosato en alimentos y el medio ambiente no sólo podría ser poco confiable, sino que además es sumamente escasa."

Párrafos más adelante continúa con otra descripción "Todo producto pesticida contiene, además del ingrediente "activo", otras sustancias cuya función es facilitar su manejo o aumentar su eficacia. En general, estos ingredientes, engañosamente denominados "inertes", no son especificados en las etiquetas del producto. En el caso de los herbicidas con glifosato, se han identificado muchos ingredientes "inertes". Para ayudar al glifosato a penetrar los tejidos de la planta, la mayoría de sus fórmulas comerciales incluye una sustancia química surfactante. Por lo tanto, las características toxicológicas de los productos de mercado son diferentes a las del glifosato solo. La formulación herbicida más utilizada (Round-up) contiene el surfactante polioxietileno-amina (POEA), ácidos orgánicos de Glifosato relacionados, isopropilamina y agua.

La siguiente lista de ingredientes inertes identificados en diferentes fórmulas comerciales en base a glifosato se acompaña con una descripción clásica de sus síntomas de toxicidad aguda. Los efectos de cada sustancia corresponden, en algunos casos, a síntomas constatados en el laboratorio mediante pruebas toxicológicas a altas dosis. La mayoría de síntomas se compiló a partir de informes elaborados por los fabricantes de las diferentes fórmulas.

. Sulfato de amonio: Irritación ocular, náusea, diarrea, reacciones alérgicas respiratorias. Daño ocular irreversible en exposición prolongada.

. Benzisotiazolona: eccema, irritación dérmica, fotorreacción alérgica en individuos sensibles.

. 3-yodo-2-propinilbutilcarbamato: Irritación ocular severa, mayor frecuencia de aborto, alergia cutánea.

. Isobutano: náusea, depresión del sistema nervioso, disnea.

. Metil pirrolidinona: Irritación ocular severa. Aborto y bajo peso al nacer en animales de laboratorio.

· Ácido pelargónico: Irritación ocular y dérmica severas, irritación del tracto respiratorio.

· Polioxietileno-amina (POEA): Ulceración ocular, lesiones cutáneas (eritema, inflamación, exudación, ulceración), náusea, diarrea.

. Hidróxido de potasio: Lesiones oculares irreversibles, ulceraciones cutáneas profundas, ulceraciones severas del tracto digestivo, irritación severa del tracto respiratorio.

. Sulfito sódico: Irritación ocular y dérmica severas concomitantes con vómitos y diarrea, alergia cutánea, reacciones alérgicas severas.

· Ácido sórbico: Irritación cutánea, náusea, vómito, neumonitisquímica, angina, reacciones alérgicas.

· Isopropilamina: Sustancia extremadamente cáustica de membranas mucosas y tejidos de tracto respiratorio superior. Lagrimeo, coriza, laringitis, cefalea, náusea"

"La Agencia de Protección Medioambiental (EPA) ya reclasificó los plaguicidas que contienen glifosato como clase II, altamente tóxicos, por ser irritantes de los ojos. La Organización Mundial de la Salud, sin embargo, describe efectos más serios; en varios estudios con conejos, los calificó como "fuertemente" o "extremadamente" irritantes.

"En humanos, los síntomas de envenenamiento incluyen irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolor abdominal, pérdida masiva de líquido gastrointestinal, vómito, pérdida de conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daño o falla renal."

Y entérece de algo más... existe un maíz Bt resistente a herbicidas. En consecuencia, no sólo se tiene a maíces con todas sus células conteniendo Bt, más aún, maíces Bt que crecieron empapados de glifosato.

Si desea más referencias, vea, en Compartiendo # 5-2009, el artículo 'Glifosato: El veneno que asoló el barrio de Ituzaingó', escrito por Darío Aranda.

En otro artículo compilado en Compartiendo # 52-2008, titulado 'España cultiva transgénicos peligrosos para la salud" se informa lo siguiente "En España se han cultivado solo en este año 98 campos experimentales con un maíz transgénico cuyos daños sobre la salud han sido recientemente demostrados. 93 municipios de todo el país han albergado ensayos al aire libre con este transgénico, lo que plantea graves riesgos de contaminación.

En España este maíz (conocido como NK603 x MON810) ha sido cultivado de forma experimental al aire libre desde 2004 por parte de las empresas Monsanto, Pioneer y Limagrain Ibérica, en más de cien campos experimentales de Cataluña, Extremadura, Madrid, Galicia, Navarra, Castilla y León, Castilla La Mancha, Aragón y Andalucía. Un total acumulado de casi medio millón de metros cuadrados cultivados con este transgénico durante los últimos años, con el riesgo que plantea de contaminación de otros campos de maíz [1].

El Ministerio de Medio Ambiente dio luz verde a estos ensayos alegando que: "Se considera que en el estado actual de conocimientos y con las medidas de uso propuestas, los ensayos no suponen un riesgo significativo para la salud humana y/o el medio ambiente."[2]

"El pasado 11 de noviembre se presentaba en un seminario científico en Viena un estudio encargado por los Ministerios de Sanidad y de Agricultura de Austria sobre los efectos de los transgénicos en la salud. Esta investigación, una de las pocas realizadas sobre impactos a largo plazo del consumo de transgénicos, concluyó que la fertilidad de ratones alimentados con el maíz modificado genéticamente NK603 x MON810 se vio seriamente dañada [3]. Este maíz está aprobado para su importación en la Unión Europea para uso en alimentación humana y animal.

Ahora que se ha demostrado que este maíz supone un riesgo para la salud, todo el proceso de aprobación queda en entredicho. No nos podemos sentir seguros con los transgénicos que hay en el mercado. No podemos seguir tolerando que las multinacionales experimenten con nuestra salud con el visto bueno del Gobierno y de las autoridades europeas" añadió Sánchez."

Los estudios subsidiados por las compañías que venden transgénicos dan a entender que son inocuos y, además, cuestionan las decenas de estudios independientes demuestran lo contrario. ¿Qué está pasando con la ciencia y con los científicos?

Algo se puede deducir a partir del artículo 'Los que se quieren comer el mundo: corporaciones 2008' elaborado por Silvia Ribeiro y que se transcribió en Compartiendo # 03-2009. Ahí se expone que "En la década de 1960, casi la totalidad de las semillas estaban en manos de agricultores o instituciones públicas. Hoy, 82 por ciento del mercado comercial de semillas está bajo propiedad intelectual y diez empresas controlan 67 por ciento de ese rubro. Estas grandes semilleras (Monsanto, Syngenta, DuPont, Bayer, etc) son en su mayoría propiedad de fabricantes de agrotóxicos, rubro en el cual las diez mayores empresas controlan 89 por ciento del mercado global. Que a su vez están representadas entre las diez empresas más grandes en farmacéutica veterinaria, que controlan 63 por ciento de ese rubro".

"Los 10 mayores procesadores de alimentos (Nestlé, PepsiCo, Kraft Foods, CocaCola, Unilever, Tyson Foods, Cargill, Mars, ADM, Danone) controlan el 26 por ciento del mercado, y 100 cadenas de ventas directas al consumidor controlan el 40 por ciento del mercado global. Parece “poco” en comparación, pero son volúmenes de venta inmensamente mayores. En el año 2002, las ventas globales de semillas y agroquímicos fueron 29,000 millones de dólares, las de procesadores de alimentos 259,000 millones y las de cadenas de ventas al consumidor 501,000 millones. En el 2007, esos tres sectores aumentaron respectivamente a 49,000 millones; 339,000 millones y 720,000 millones de dólares. Sigue siendo el supermercado WalMart, la empresa más grande del mundo, siendo la número 26 entre las 100 economías más grandes del planeta, mucho mayor que el Producto Interno Bruto (PIB) de países enteros como Dinamarca, Portugal, Venezuela o Singapur".

 
Efectivamente, se trata de cifras nada modestas que han terminado por quebrar la integridad de muchos científicos.

A estas alturas de la lectura ¿Qué puede quedarnos de duda? ¿Es importante que los consumidores se informen? ¿Por qué será que los Doctores Transgénicos no brindan los pormenores tras los transgénicos? ¿no resulta lógico preguntarse qué intereses se defienden al ocultarse esta información clave?

Dicen los Doctores Transgénicos

Las variedades e híbridos transgénicos que se encuentran en el mercado no son nada mas que variedades o híbridos que hemos estado utilizando en el pasado, a los que se les han agregado unos dos o tres genes de otras especies, según sean variedades o híbridos de tipo unigénico (ejemplo resistencia a insectos) o que sean apilados con dos genes (ejemplo, resistencia a insectos y tolerancia a herbicida). Los nuevos híbridos y variedades del futuro podrán ser apilados con tres o más genes.

Decimos los agroecológicos

Nuevamente se omite informar que los genes provienen de especies que por sí la naturaleza nunca reuniría. Muchas personas sabemos que espontáneamente jamás se juntaría genéticamente un mamífero con un pez o un ave con un molusco, por más que se encuentren en el mercado y ya los hallamos consumido. No se trata que sean "variedades o híbridos que hemos estado utilizando en el pasado" aludiendo a que no son especies extraterrestres, se trata del hecho que la naturaleza ha evolucionado generando un orden y un comportamiento. Los seres humanos aún desconocemos muchísimo del funcionamiento de la naturaleza y día a día, con cada descubrimiento somos más conscientes de cuánto nos falta por conocer. A pesar de ello, un número de científicos -jugando a dioses- combinan genes y sin estudiar a fondo las consecuencias, liberan sus productos, indolentes a los resultados de esta acción.

La mayor indolencia quizá (¿o descaro) es apropiarse de esas "variedades o híbridos que hemos estado utilizando en el pasado", que por años desarrollaron las comunidades para patentarlas, y con ello, cobrar a los agricultores por su uso. Es decir, cualquiera que las utilice debe pagarles por ese "esfuerzo de investigación".

Lo que no deja de asombrarnos es el artificioso sistema que han creado, con sus propias lógicas y reglas, asegurando que estamos ante lo mismo del pasado e incluso respaldándose bajo el concepto de "equivalencia sustancial" y simultáneamente patentando y cobrando por productos como si fueran reales invenciones.

Dicen los Doctores Transgénicos

Pues bien, los efectos de este gen adicional dentro del organismo en que se ha insertado y sobre la biodiversidad y la salud humana han sido cuidadosa y largamente evaluados antes de su autorización por las agencias evaluadoras de riesgo en Estados Unidos, Canadá, Unión Europea, Argentina, Estados Unidos o Australia y ninguna de ellas ha encontrado motivo alguno para indicar que supongan riesgo en la alimentación humana. La FAO, Codex Alimentarius, las Academias de Ciencias de Estados Unidos, Brasil, China, Alemania y la Academia de Medicina de Francia entre otras prestigiosas instituciones han declarado que los alimentos procedentes de plantas transgénicas que actualmente se encuentran en el mercado no representan peligro para la salud.

Decimos los agroecológicos

La FDA (Food and Drug Administration, Administración de Alimentos y Fármacos, por sus siglas en inglés) es la agencia gubernamental de los Estados Unidos responsable, entre otros asuntos, de la regulación de los transgénicos. Ojo aquí, la FDA es una entidad estatal, y aún así, le pide a la propia Monsanto que elabore los estudios de sus hijos -los transgénicos-. Es decir Monsanto es juez y parte.

Lo grave de los estudios realizados por las compañías de semillas transgénicas, es que se realizan por periodos cortos, y lo que dan a conocer son los resultados de estos "estudios" de sólo semanas o meses. No han realizado estudios de largo alcance. En lugares donde no hay etiquetado (como en Estados Unidos) no hay forma de saber el daño que causen los trangénicos. Sin embargo, el reporte de incremento de las alergias se ha disparado desde que se consume transgénicos.

Dicen los Doctores Transgénicos

Por otro lado, el concepto de alimentos "sustancialmente equivalentes" ha sido desarrollado por UNIDO y es empleado por Codex Alimentarius - FAO y por las agencias nacionales de evaluación de riesgo de bioseguridad de alimentos. Se emplea para designar alimentos procedentes de OGMs que comparados con los de plantas convencionales, no presentan diferencias detectables en su composición química. Cuando un alimento es definido como esencialmente equivalente, sale de la categoría de alimento regulado y no esta sujeto a etiquetado. Todos los alimentos elaborados con componentes e ingredientes de OGMs que se encuentran actualmente en el mercado son considerados esencialmente equivalentes. Por consiguiente su etiquetado obligatorio es innecesario y solo traería un aumento de costo, lo que iría en perjuicio del consumidor sin reportarle algún beneficio. El etiquetado voluntario sin establecer umbral tampoco es práctico y no conduciría a un sistema en el cual el cumplimiento sea verificable.

La idea del etiquetado basada en el derecho de conocer del consumidor ha sido estirada a un caso como el de los transgénicos en el que no se necesita, es contraproducente y traería perjuicios al consumidor por la elevación de los costos de los alimentos y la reducción de su selección. La poca educación en el tema de la biotecnología moderna de la mayoría de los consumidores, los lleva a un temor exagerado, injustificado e inducido adrede por grupos de presión y de interés anti-OGM, que conduciría a una paralización de la industria de alimentos y de las importaciones y exportaciones de alimentos procesados desde y hacia nuestros mayores potenciales mercados.

Decimos los agroecológicos

Marie-Monique Robin demuestra en su libro 'El mundo según Monsanto' que el principio de la equivalencia sustancial (ver páginas 223 a 226) es en realidad "... una de las mayores maquinaciones de la historia agroindustrial...", "... simplemente una manera de que Monsanto metiera rápidamente sus productos en el mercado con la menor interferencia gubernamental posible..". Marie-Monique Robin en el mismo libro (p. 224) incluye la opinión de Michael Hansen, el experto de la Unión de Consumidores, quien insiste "El principio de equivalencia sustancial es una coartada que no se basa en ningún fundamento científico y que fue creada ex nihilo para evitar que los OGM sean considerados al menos como aditivos alimentarios, lo que permite a las empresas de biotecnología librarse de pruebas toxicológicas previstas por la Food Grug and Cosmetic ACT, pero también del etiquetado de sus productos".

Continúa Robin diciendo "Hemos llegado al centro del debate que opone a partidarios y adversarios de los OGM. En efecto, aunque no se había llevado a cabo ningún estudio científico para verificarlos, la FDA decidió a priori que los transgénicos no entraban en la categoría de aditivos alimentarios y que, por consiguiente, se podían comercializar los OGM sin una evaluación toxicológica previa."

Concluye Robin "Actualmente, cuando se quiere añadir a un alimento una gota microscópica de un conservante o de un producto químico, se considera un "aditivo alimentario" y, por consiguiente, se debe hacer todo tipo de pruebas para demostrar que hay una "certidumbre razonable de que no es perjudicial". En cambio, cuando se manipula genéticamente una planta, lo que puede engendrar innumerables diferencias en el alimento, !no se pide nada!"

Uno de los tantos ejemplos que verifican la liviandad con que se maneja el asunto es el caso del L-triptofano, cuya versión transgénica provocó el síndrome eosinofilia-mialgia (EMS) que ocasionaba edemas, tos, erupciones cutáneas, dificultades respiratorias, endurecimiento de la piel, úlceras en la boca, náuseas, problemas visuales y de memoria, pérdida del cabello y parálisis. El L-triptofano transgénico mató a 37 personas y más de 5000 quedaron incapacitados en 1989. Ningún pro-transgénico, como los doctores Grobman, Bustamante y Mayer, aluden a este caso tan lamentable y tan claro del peligro de los transgénicos.

Otro caso muy sonado es el del uso de la hormona de crecimiento bovina recombinante rBGH (vendida como Posilac por Monsanto), que si bien las personas no la consumen directamente, provoca tales desórdenes en la fisiología de las vacas lecheras que -además de provocarles dolorosas enfermedades- transfieren a la leche una sustancia identificada como IGF-1 (factor de crecimiento insulínico tipo 1), que los estudios demuestran en qué medida, los niveles anormalmente altos de esta segunda hormona se asocian con el surgimiento de cáncer de seno, próstata y colon (visitar www.organicconsumers.org/r bgh0724_monsanto_rbgh.cfm).

La información como medio de identificación y rastreo es totalmente necesaria. El mecanismo es la declaración de los insumos y procedimientos en las etiquetas de los alimentos que contienen derivados trangénicos. Así podremos estar respaldados y si en algunos años se verifican los daños podremos responsabilizar a las compañías correspondientes de ello.

De otro lado, recurrir al argumento de "... etiquetado basada en el derecho de conocer del consumidor... es contraproducente y traería perjuicios al consumidor por la elevación de los costos de los alimentos" es francamente ingenuo pero también insultante. ¿Cuándo se ha dejado de declarar especificidades de un producto porque resulta más caro? Y si resultara más caro, sencillamente sería preferible no recurrir a esa tecnología y elegir la producción ecológica, que lejos de arriesgar el equilibrio del planeta o la salud de las personas, orgullosa y transparentemente puede explicar todo su proceso de producción. Si de declarar el uso de derivados o insumos transgénicos se trata, ésta medida se aplica en países como Brasil, México, Francia, por mencionar algunos, y en ningún caso se han elevado los precios. Se da por descontado que los más beneficiados son los consumidores que, informados, pueden elegir.

Dicen los Doctores Transgénicos

El etiquetado obligatorio de los alimentos procesados con ingredientes o componentes de OGMs no reportaría beneficios ya que dichos alimentos han probado ser inocuos. Hasta ahora y tras más de 20 años de uso de productos derivados de OGMs por millones de personas año tras año en todo el mundo, no se ha identificado caso alguno de daño a la salud resultante del consumo de alimentos derivados de OGMs. Alegatos de que dichos alimentos podrían traer efectos potencialmente adversos en el futuro no tienen ningún sustento lógico o experimental.

Decimos los agroecológicos

Con ese párrafo, sinceramente no sabemos si pecan de ingenuos o de extremo descaro.  Las pruebas en laboratorio que realizaron los científicos Arpad Pusztai, Michael Hansen y otros tantos, demuestran que seres vivos alimentados con transgénicos sí presentan anomalías y enfermedades.  Esta realidad ¿no tiene sustento lógico o experimental?  A pesar de ello, se han liberado cultivos transgénicos y casi toda la industria alimentaria (a excepción de la que sigue normas de producción ecológica) está entregada a los insumos y derivados transgénicos.
 
Aún con todo, precisamente, cómo rastrear si la industria se niega a declarar apoyada en los Doctores Transgénicos ¿no es notoria la colusión entre la industria y ciertos científicos?
 
La OMS en 2002 precisó que el número de personas en el mundo que murió principalmente de cáncer fue alrededor de 7.6 millones, cifra superior a los 5.6 millones que murieron por VIH/SIDA, malaria o tuberculosis.  Según la OMS, el cáncer aumentó en 19% en todo el mundo entre 1990 y 2000.  Este sólo dato ¿no merecería atención profundizando en las causas de ello?

El Dr. David Suzuki, genetista, profesional ampliamente galardonado, ambientalista y premiado por sus 30 años como difusor de temas científicos en forma sencilla y amena, opina "Con la experiencia del DDT, la energía nuclear y los CFCs, aprendimos que sólo pudimos descubrir los costos de estas tecnologías luego de que su uso se extendió. Deberíamos de aplicar el principio de precaución con cualquier nueva tecnología, averiguando si es necesaria y luego exigiendo pruebas de que no es dañina. Y nada más importante que la biotecnología porque está usando los sellos de la vida misma. Desde que los alimentos GM están presentes en nuestra dieta, nos hemos convertido en sujetos de experimento sin posibilidad de elección (los europeos dicen que si queremos conocer si los OGM son peligrosos, sólo deberíamos estudiar a los norteamericamos). Hubiera preferido mucha más experimentación con OGM en condiciones controladas en un laboratorio antes de su liberación a campo abierto, pero es tarde. De las experiencias dolorosas hemos aprendido que, cualquiera que participe de un experimento debería de brindar información consentida. Ello significa que, al menos, los alimentos deberían ser etiquetados si contuvieran (insumos o derivados) transgénicos, así cada quien puede hacer su elección." (Experimenting With Life, www.davidsuzuki.com)

Dicen los Doctores Transgénicos

La bioseguridad de la biotecnología es un proceso serio y necesario. Sistemas y reglamentos de regulación de la bioseguridad de alimentos procedentes de OGM son necesarios y deben realizarse caso por caso, pero sin exageraciones, debido a la familiaridad que se va obteniendo de su conocimiento. Agencias reguladoras estatales deberán asegurar los casos futuros. Es posible que a breve plazo aparezcan alimentos modificados para incorporarles características benéficas, tales como el Arroz Dorado con alto contenido de provitamina A o yucas con bajo tenor de ácido cianhídrico, o soya con aceites de alto contenido de ácido oleico, etc., los cuales sí serían voluntariamente identificados como diferentes a los actuales, por quienes los generaron ya que existiría el interés de diferenciarlos, lo que harían sin necesidad de legislación y sólo aplicando la información nutricional respectiva, que actualmente está incorporada en nuestra legislación, y que es por demás suficiente.

No es necesario identificar como posiblemente dañino lo que comprobadamente no lo es. El hacerlo es contrario a la ética y sería inaceptable en una sociedad inteligente e informada. Lo que el consumidor necesita es un sistema regulatorio confiable, que garantice la calidad de los alimentos, y que una vez que estos hayan llegado a los anaqueles de los mercados, uno pueda tranquilamente comparar ese producto y concentrarse en lo que realmente importa: engorda o no engorda, satisface mis necesidades nutricionales o no. Sería penado imponer un etiquetado obligatorio que sería desleal y falsificador de una realidad por otra, intentando subliminalmente despertar suspicacias entre los consumidores con información patentemente inductiva al temor y que no tiene ningún sustento científico.

Decimos los agroecológicos

Efectivamente, se requieren instrumentos legales que normen y regulen el uso de los OGM y, a la par, se requieren fijar medidas de compensación y responsabilidad por daños. La historia nos refiere hechos como los daños por el uso de los agroquímicos desde su popularización con la revolución verde; a su vez, miles de casos de cáncer por el uso de tabaco; y más recientemente, tantos otros casos de muerte, incapacidad o enfermedad por consumo de L-Triptofán o leche con rBGH, a lo que se suma considerables pérdidas económicas, sociales y ambientales. Como ciudadanos que propugnamos mayor participación social ¿seguiremos permitiendo impunidad? Ante los antecedentes ¿no debiéramos precaver?

En el artículo "Corrupción transgénica al descubierto" de Silvia Ribeiro (publicado en "Compartiendo" # 4) se transcribe lo siguiente "Después de siete años del artículo de Ignacio Chapela y David Quist en la revista Nature, mostrando que existía contaminación transgénica en el maíz campesino de Oaxaca, un nuevo artículo científico comprueba que no sólo existía contaminación en ese momento –pese a que los mencionados autores fueron objeto de una de las más vergonzosas cazas de brujas de la historia del establishment científico– sino que años después, aún seguía existiendo y representa un riesgo actual y futuro contra el maíz, uno de los más importantes patrimonios genéticos y alimentarios de México. Titulado 'Presencia de transgenes en maíz mexicano: evidencia molecular y consideraciones metodológicas para la detección de organismos genéticamente modificados', este artículo se publicó en noviembre 2008 en la revista científica Molecular Ecology y es responsabilidad de un equipo liderado por Elena Alvarez-Buylla de la UNAM.

Más allá de una controversia científica, el artículo es sumamente relevante porque, aunque no haya sido su objetivo, pone de manifiesto el contubernio existente entre la industria biotecnológica, científicos y funcionarios gubernamentales, así como las fallas de las empresas de detección de transgénicos, muy útiles a las trasnacionales."

En el año 2007 se han reportado a nivel mundial 39 nuevos incidentes de contaminación por cultivos transgénicos en 23 países. Mucha de la contaminación reportada involucra cultivos como arroz, maíz, pero también incluye soya, algodón, canola, papaya y peces. En los últimos 10 años el registro de estos casos ha reportado un total de 216 eventos de contaminación en 57 países. En 2007 los incidentes de contaminación y liberación ilegal de cultivos transgénicos involucra al algodón (1), peces (4), maíz (9), canola (2), papaya (1), arroz (20) y soya (2) (GeneWatch UK y Greenpeace Internacional, 2007).

Para el caso de Perú, en el año 2007 se identificó la presencia de dos eventos transgénicos en cultivos de maíz amarillo duro en el valle de Barranca, ubicado al norte de Lima, Perú (Gutiérrez, 2007), lo cual pone nuevamente en discusión el tema de los riesgos e impactos que genera la introducción de cultivos genéticamente modificados en centros de diversidad biológica, como el Perú, que en la actualidad tiene 55 razas adaptadas de maíz a diversos pisos ecológicos (Perry et al. 2006 en Lapeña, 2007).

La discusión enfrenta claramente a dos posiciones, los que defienden a las grandes transnacionales de semillas transgénicas y los que queremos defender los derechos y la salud de la población y del ambiente.

Los transgénicos no ofrecen seguridad en el cultivo ni mucho menos en el consumo; tampoco resultan ser la salida al hambre del mundo porque no presentan mayor productividad; para colmo, se demuestra que sólo beneficia a unos pocos. Los agricultores que ingenuamente entran a ese cultivo se vuelven esclavos de las compañías y los resultados suelen ser contraproducentes. Caso conocido es el de India, en donde fueron muchos los agricultores que creyeron la historia de las semillas transgénicas como solución al hambre del mundo; la dependencia a los insumos (semillas y agrotóxicos) no fue al ritmo de las ganancias y terminaron arruinados. Se calcula que 200 mil jefes de familias campesinas se han suicidado a causa de las deudas y por el sentimiento de no poder retomar sus cultivos tradicionales.

Nuestro cuestionamiento no es cerrado ni "anti", ni fundamentalista. Ofrecemos salidas tecnológicamente apropiadas, social y ambientalmente respetuosas y económicamente factibles. La agricultura ecológica le está probando al mundo que es el enfoque de producción que hace posible la obtención de alimentos sanos, sabrosos, más nutritivos y sobre todo, seguros.

Por todo lo expuesto, las y los consumidores necesitamos estar realmente informados sobre los riesgos de los transgénicos, tanto a nuestra salud y a la del ambiente, como a los agricultores que las producen.

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* Directora ejecutiva de Red de Agricultura Ecológica

** Presidente del Centro IDEAS

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